Casas y calles
UB115
Nombre de la Calle, Plaza Mayor del pueblo (Plaza Palillo)
Nombre
«Palillo» se refiere al palo que se metía en el suelo de manera vertical con unas monedas encima y señalado por un círculo y había que tumbarlo. Las monedas que quedaban fuera del círculo eran para el tirador.
Fiestas
Al ser la plaza Mayor del pueblo, ha servido de escenario para multitud de actos y fiestas hasta 1971, cuando el alcalde Rubén Compañ Salt decidió que se hicieron el Polideportivo.
La plaza era el lugar donde anualmente se representaba el “milagro” de San Vicente Ferrer, constatado a finales del siglo XIX. El día de su fiesta se hacía una procesión en la que figuraba un vecino vestido como el santo, que era llevado en una gaveta que imitaba el púlpito. Al llegar a la plaza, otro vecino le comunicaba la falta de agua, que los campos la necesitaban y que hiciera un milagro enviando la lluvia. En concreto, el labrador que imploraba al santo le decía lo siguiente: “Esta san Vicent tan “abraguerat”, a ver si hace un milagro porque llueva”. En ese momento, varios vecinos que estaban escondidos arriba de los tejados, echaban agua con regaderas sobre la gente.
También se hacía otra fiesta, la de la Luz. El 25 de agosto de 1929 se crea la Cooperativa Eléctrica en Algímia, llevando el fluido eléctrico desde una central hidroeléctrica en la partida de los Molins de Torres Torres, que aprovechaba el agua de la acequia para dar servicio a los pueblos de la Baronía. Era el molino de la Luz. Uno de los “llumeners”, es decir, de los electricistas que lo hicieron posible era Antonio Marzo, que desde Sot se instaló aquí.
Para conmemorar ese día se organizaba hasta los años 50 del siglo pasado una comida en esta plaza. Pero el día de la inauguración fue espectacular. Nos lo cuenta el periodista Maximino Sabater en “El Pueblo” del día 28:
Una fiesta simpática
“La Cooperativa Eléctrica, Sociedad a la que pertenecen la inmensa mayoría de los algimienses, ha triunfado en toda la línea. Con el decidido empeño de su directiva, de la que es presidente el activo joven don Ramón Rius, y con la valiosa colaboración prestada por los honorables señores don Blas Gil, segundo jefe del Centro de Telégrafos de Valencia; don Joaquín Roig, inteligente industrial de Castellón de la Plana; don José Soler, ingeniero industrial; don José María Canelles, propietario, y don José Soler, delineante, este ecuánime vecindario sin estar sujeto al yugo tiránico y abusivo las más de las veces de ninguna empresa, se proporcionará a precios reducidos el fluido que necesita para su alumbrado público y para sus necesidades domésticas e industriales. ¡Felices los pueblos que saben redimirse!
Para solemnizar este señalado triunfo, el pasado domingo Algimia se vistió de gala. Arcos, mirto, flores, comida íntima… un programa culto, sugestivo; un programa al que dieron vida las voces rialleras de un pueblo que quiso festejar el paso de avance que daba en el sentido de su progreso y emancipación.
La comida fue un acto fraternal, sin etiquetas aparatosas. Los comensales, al establecer tacto de codos, hicieron más fuerte el lazo de su amistad, y prometieron continuar su obra dirigida al logro de nuevas mejoras que dignifiquen el solar algimiense. Vivieron durante el banquete en verdadera comunión espiritual.
Al final, el presidente dio lectura a un expresivo telegrama de saludo del digno jefe de Telégrafos don Blas Gil, en el que se adhería en espíritu al acto, pero que lamentaba no poder concurrir personalmente por imperiosas exigencias del servicio.
El señor Salvador Roselló leyó una inspirada poesía, y don Joaquín Borja, inteligente joven, unas cuartillas llenas de sanos optimismos, de devoción al progreso y de amor al pueblo que le vio nacer, cosechando ambos trabajos nutridos aplausos.
Los señores Roig y Soler pronunciaron elocuentes brindis, que fueron también muy celebrados y aplaudidos, y el que estas líneas traza, de manera torpe se permitió, a instancias de amigos cariñosos, expresar algunos conceptos, que tuvieron la bondad de premiar con palmas los concurrentes.
Una banda de música amenizó el acto.
El alma algimiense, comprensiva y abierta a toda idea de progreso, quiere, por sí, sin tutelas, administrar sus intereses, socializando sus servicios. No tolera imposiciones. En el dinamismo de su vida local no tienen papel que desempeñar las oligarquías. Están de sobra. Pueden retirarse.”